sábado, 7 de mayo de 2011

Mil y una historias

Hay mil historias escritas, mil historias leídas, mil historias vividas. ¿Digo mil? No sé, quizá sean más; tan sólo trato de hacer una aproximación. Tantas historias y tan pocos personajes con quien compartirlas. Por desgracia, hay recuerdos de esas historias que nunca deberían grabarse en una hoja de papel. A pesar de mis pocas primaveras, de esas cuyas flores me hacen llorar, he vivido historias que han dibujado una línea en mitad de mi vida. Aún hoy sigo con un pie a cada lado de esa línea. Hay algo que por desgracia me impide avanzar, y camino arrastrando los pies entre esos dos mundos que yo misma he reinventado.

Descubrir que lo que creía un sueño era una pesadilla no es algo que mucha gente entienda. El señor tiempo me ha enseñado que nada sirve explicar historias llenas de fantasmas. Tan sólo esas con final feliz son las que todo el mundo comprende, las que todos quieren escuchar. Sé que algún día uno de esos raros personajes, de esos que hasta ahora sólo han conseguido el papel secundario, reescribirá el guión de mi vida, me dará un empujón y me alejará de esa línea que se arrastra hasta el horizonte y de la que soy incapaz de separarme. Seguramente esté en forma de rana y hasta que no le bese no me daré cuenta de que es un príncipe. Hice mal al pretender empezar mis historias por el final, pero el miedo se encargó de hacer que le diera la espalda a lo que he vivido. Sin embargo, sé que ese miedo se irá en el momento adecuado, en el lugar adecuado y, el resto, ya os lo imagináis.

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