miércoles, 25 de mayo de 2011

Vida

Tan caprichosa como yo. Y éso no es lo único en lo que nos parecemos. La culpa la tendrá que la conozco desde que vine a parar a este mundo. Diecisiete años: suena tan largo y sin embargo a mí se me hace tan corto. Se nota que he salido a ella: mismas jugadas, mismas mentiras, mismas promesas.

No sabría especificar lo que más me gusta de ella. Quizás que sea imprevisible como el viento, o fugaz como un beso. O que a veces es tan puta que me deja sin palabras. En cualquier caso, sé lo que odio de ella: Que tontee tanto con el tiempo, pues lo quiero para mí sola.

lunes, 23 de mayo de 2011

Allá a donde vaya

Pura fachada. Es todo apariencia. En realidad, no hay ni un ápice de racionalidad. Y mira que lo intentan, que estas dos no se callan. Hablo de esas vocecillas, una en cada hombro, que pretenden hacerme creer que son mi conciencia. ¡Como si yo tuviera de eso! Total, que estas dos petardas se empeñan en decirme lo que está bien y lo que está mal. Y yo lo que hago es ponerme los cascos y subir la música. Así me va, que además de estar medio sorda, ando falta de moral.

Pienso que si prestase más atención, aprendería mucho más de cada lección, porque anda que no he tropezado veces ni nada con la misma piedra. El problema es que es tan pequeña que se cuela en mis zapatos y aunque no soy capaz de verla, molesta. Suerte que tengo suerte, valga la redundancia, ya que detrás de todos estos órdagos hay mucho farol. Espero que poniendo cara de no haber roto un plato en mi vida nadie se percate de los cortes que me ha hecho la cerámica.

En cualquier caso, me iré en menos que canta un gallo. Espera un momento; que me rodee tanto animal no quiere decir que esté en una granja. Cambiemos lo del gallo por dos telediarios y todo resuelto. Si consigo dejar de irme por las ramas, conseguiré decir que antes de salir por patas meteré a unos cuantos en mi equipaje para que sigan perdonando todas mis cagadas allá a donde vaya.

lunes, 16 de mayo de 2011

A mi querido reflejo

Me gustaba mucho más cuando la veía sonreír. Había días que se pasaba horas enteras riendo y yo perdía la noción del tiempo mirando esa bonita curva en sus labios. Ella era capaz de hacer de cada historia una comedia, por muy dramática que la pintasen los demás. Sin embargo, había días que hacía gala de sus grandes dotes de actriz. Días de esos que amanecen nublados, cuando el Sol está perezoso. Días en los que mentía sin decir una sola palabra, pintando una sonrisa en su rostro con la misma facilidad con la que se desliza una barra de labios. Días en los que la muy tozuda no quería reconocer lo que le he dicho cientos de veces. Parece que por fin me ha escuchado, pero tarde. Tarde como todas esas noches que vuelve a casa. Ahora es tarde para las dos y ella ha retomado su imaginación para dar lugar a las preguntas. ¿Qué habría pasado si yo...? ¿Qué habría pasado si él...? Y la que más tengo que oír vez tras otra es la típica: ¿Qué he hecho? Pues mira, la pregunta no es qué, sino por qué. Y ambas sabemos porqué ya no se ríe, igual que sé por qué ya no se esconde. El tiempo la ha traído aquí y el tiempo se la llevará, y sé que lo que ahora se le hace eterno en pocos días pasará volando, pero quiero que deje de mentirme, porque cada vez que la veo al otro lado del espejo, sé que sonríe por no llorar.

domingo, 15 de mayo de 2011

Tierra, fuego, aire

Incluso las piedras más duras se rompen y se hacen añicos.
Todas las hogueras terminan apagándose, reducidas a cenizas.
Las palabras se las lleva el viento y con ellas, mis sentimientos.

sábado, 7 de mayo de 2011

Mil y una historias

Hay mil historias escritas, mil historias leídas, mil historias vividas. ¿Digo mil? No sé, quizá sean más; tan sólo trato de hacer una aproximación. Tantas historias y tan pocos personajes con quien compartirlas. Por desgracia, hay recuerdos de esas historias que nunca deberían grabarse en una hoja de papel. A pesar de mis pocas primaveras, de esas cuyas flores me hacen llorar, he vivido historias que han dibujado una línea en mitad de mi vida. Aún hoy sigo con un pie a cada lado de esa línea. Hay algo que por desgracia me impide avanzar, y camino arrastrando los pies entre esos dos mundos que yo misma he reinventado.

Descubrir que lo que creía un sueño era una pesadilla no es algo que mucha gente entienda. El señor tiempo me ha enseñado que nada sirve explicar historias llenas de fantasmas. Tan sólo esas con final feliz son las que todo el mundo comprende, las que todos quieren escuchar. Sé que algún día uno de esos raros personajes, de esos que hasta ahora sólo han conseguido el papel secundario, reescribirá el guión de mi vida, me dará un empujón y me alejará de esa línea que se arrastra hasta el horizonte y de la que soy incapaz de separarme. Seguramente esté en forma de rana y hasta que no le bese no me daré cuenta de que es un príncipe. Hice mal al pretender empezar mis historias por el final, pero el miedo se encargó de hacer que le diera la espalda a lo que he vivido. Sin embargo, sé que ese miedo se irá en el momento adecuado, en el lugar adecuado y, el resto, ya os lo imagináis.