domingo, 26 de agosto de 2012

A veces, ocurre

Segundo a segundo la vida se descuenta, se escapa. Huye rodando por la carretera, burlándose de sus dueños, efímera como el calor de una llama. En su carrera hacia el final nos exige recuerdos, hazañas, aventuras, pero también errores y equivocaciones. Así es como trazamos el mapa en el que debe buscar su tesoro; se aprende los caminos cortados, memoriza los atajos y, cuanto más avanza, más rápido se desvanece.

Durante muchos años camina sin detenerse ni un sólo segundo, y sólo echa la vista atrás para repasar las huellas que le han llevado hasta donde está. Esta rutina se entrelaza con la monotonía del tiempo, y los surcos en la arena se convierten en arrugas imborrables. Sin embargo, a veces ocurre un cruce de caminos: ése instante en el que dos vidas se chocan levantando una densa polvareda. Se desorientan, están confusas y alteradas. Dura sólo un instante, los segundos que se mantienen la mirada. Por primera vez, el tiempo se detiene. Las luces de la carretera iluminan la oscuridad de la noche, y dibujan un sendero que nunca antes habían visto.  No se hacen preguntas de las que ya saben la respuesta. Entrelazan sus dedos y caminan juntas por ese sendero hasta el fin de sus días.

lunes, 13 de agosto de 2012

Drugs

Las mejores drogas que el ser humano puede consumir son ciertas personas; ácidas como la ponzoña de una serpiente, abrasadoras como el deseo de experimentar sus efectos, nos atraen con su envoltorio adornado por una mirada desafiante y sonrisas que constituyen todo un auténtico reto.

Se trata de seres enigmáticos, con una personalidad hipnótica y grandes dotes carismáticas. Sus secretos son nuestro límite, y sus besos tienen el sabor de una calada a medianoche. El eco de sus voces resuena en nuestras mentes como el giro del mechero sobre la mesa. Somos adictos a sus movimientos, como el tiempo lo es al baile de las manecillas del reloj. 

Sus rostros permanecen anclados en nuestras memorias, siendo una dosis letal, un coma empírico, una romántica alucinación, un recuerdo, en definitiva, imborrable.