Cuando las miradas curiosas se
atraviesan al cruzar la calle, los gatos pardos de los tejados bajan a dar un
rodeo, sólo por curiosidad, para entretener sus pequeños cerebros en las noches
más frías de la ciudad. Pero han de tener sumo cuidado, no vaya a ser que
alguno se mate en el intento y, para colmo, espanten a los ojitos brillantes
que van al encuentro en la oscuridad de la noche.
Hola! Me ha encantado lo que escribiste. Reflejas muu bien la curiosidad de los gatos.
ResponderEliminarUn beso!