miércoles, 6 de noviembre de 2013

Qué más quisiera yo

Cuando mi jefe me llamó a primera hora de la mañana pensé que lo hizo para reclamar su café y su bollo de arándanos. Esa era la tarea más apasionante de mi trabajo de 8 horas diarias y un salario que mantenía la intriga de si me permitiría llegar a fin de mes o de si tendría que volver a pedir prestado dinero a mis padres. Sin embargo, esa mañana de un frío invierno en el que las calles estaban desiertas, mi jefe no mencionó una sola palabra a cerca de su desayuno. Pocas fueron las palabras que me dedicó, no más que de costumbre, pues para despedirme no quería malgastar saliva, que ya tenía él otras cosas más importantes a las que dedicarla. Su simple explicación “tu periodo de prueba ha terminado, no hay hueco en la plantilla para renovarte” fue lo último que recuerdo antes de abandonar aquél despacho que pisaba por última vez.

Así fue como de la noche a la mañana me convertí en un número más de las listas del INEM. Tras varios meses de una espera que cada vez se iba haciendo más insoportable, decidí buscar con mis propios medios una alternativa, así que después de algunos trabajos cuidando de los niños de las vecinas  y repartiendo propaganda en el las salidas del metro, reuní el dinero suficiente para comprar el billete de avión más barato que encontré. Con un  buen currículo (doble graduado en periodismo y comunicación audiovisual, inglés, francés y portugués) en la maleta y el poco dinero que había ahorrado, me despedí de mis familiares y abandoné España. 

Tras muchas horas de vuelo aterricé en Brasil. Allí vivía mi tío desde hacía más de 20 años, y, sin previo aviso, me presenté en su casa en busca de una cama y algo de ayuda hasta que pudiese mantenerme por mi misma. Empecé mi búsqueda desesperada hasta que por fin encontré trabajo en una pequeña empresa de emprendedores que habían creado un periódico local. 

Han pasado cinco años desde que aterricé en Brasil con poco más que un cambio de ropa en la maleta. Ahora tengo mi propia casa y soy la socia del que un día fue mi jefe. Hemos abierto nueva redacción en otra localidad del país. La semana que viene regreso a España para dar una conferencia sobre periodismo en la universidad en la que estudié. Aún no estoy muy segura de cómo va a ser mi discurso, pero si de algo estoy segura es de que el mejor consejo que les puedo dar es que, pase lo que pase, no se dejen amedrentar por el miedo. Que cojan la maleta y se vayan lejos, lo más lejos que puedan. 

2 comentarios :

  1. me encanta tu blog, lo sigo ya :)
    te dejo el mio: http://historiadeunamor12345.blogspot.com.es/
    un beso.

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  2. Hola Carmen! Yo también te sigo. Gracias y bienvenida :)

    Un beso!

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