domingo, 22 de diciembre de 2013

Desierto

¿Alguna vez os habéis parado a pensar lo afortunados que son los desiertos? Lugares recónditos, desperdigados por el mundo, perdidos, aislados, con una bipolaridad extrema cuyos polos se invierten según sea día o noche, sin necesidad de dar explicaciones a nadie, ni siquiera a la madre naturaleza o a las leyes de la física. Mecidos por el suave vaivén del viento, fluyen por su propia superficie de un lado a otro, cuando les interesa o les conviene, sin dejar más rastro que el de las dunas que dejan a su paso. 

Compuestos de efímeros granitos de arena, se oponen a que cualquiera deambule sobre sus cimientos, abrasándoles con la ayuda del Sol o helándoles cuando éste se va. Sólo algunos pocos afortunados, quienes que ya les conocen , son capaces de lidiar con ellos y aguantar sus cambios de humor. Nadie sabe muy bien por qué son tan reacios a casi cualquier otra forma de vida que no sea un cactus, igual de inhóspito y desagradable que ellos. No obstante, ente estas dos formas de la naturaleza parece existir una perfecta comunión a la que muchos humanos no conseguimos llegar en toda una vida.

Quizá no sea tan mala idea pedir en la carta de los Reyes la reencarnación en cactus. Tal vez ésa sea la forma de dejar de dar tumbos por la ciudad para asentarse en un lugar tranquilo, prácticamente inhabitado en el que poder pensar, rodeado de oasis que alimenten las ensoñaciones que no pudimos cumplir en nuestras otras seis vidas. 

3 comentarios :

  1. La verdad es que este fragmento me ha dejado un poco descolocada, y sin duda no indiferente. Me está haciendo reflexionar bastante, y la verdad es que me vendría muy bien en algunas ocasiones disponer de la soledad que tienen los desiertos.
    Gracias por compartirlo.

    Besos, Angela.♥

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    1. Me alegro de que te haya gustado Angela. Gracias a ti por comentar.

      Un beso!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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