miércoles, 9 de octubre de 2013

Periodismo mortal

El mundo en que vivimos, por Mario Vargas Llosa 
(http://elpais.com/diario/2009/08/23/opinion/1250978412_850215.html)

Interesante, crítico, esquemático y sugestivo es el artículo del novelista y ensayista contemporáneo, que reflejó en la Cuarta Página de EL PAÍS la triste mirada de una sociedad televisada, un paisaje mediático empobrecido y una política paternalista mal disimulada, que arranca una a una las flores de la ética y pisotea la moral de los consumidores. Las preocupaciones del escritor latinoamericano son el fruto de años de desarrollo tecnológico e involución mediática. Vargas Llosa, escandalizado con el caso de Wallace Souza, reflexionó en cuatro columnas sobre la decadencia del sistema de medios, enfocado desde el punto de vista de la televisión. El programa policíaco que emitía el Canal Livre dio lugar, por desgracia, a una nueva modalidad de periodismo, muy alejada de las fórmulas basadas en el Open Data o la investigación como hilo conductor de la profesión. Me refiero al periodismo mortal, una corriente que, bajo el mando del exdiputado, prescindió de la ética, el raciocinio y el sentido común. Apostó, en su lugar, por el navajazo y la “espectacularización” del crimen. Souza sustituyó el micrófono o la grabadora por el cañón de la pistola, con el objetivo de entretener a la masa de consumidores y conseguir, en primicia, las imágenes más brutales e impactantes que ninguna otra cadena era capaz de conseguir. Esta competencia encarnizada con el resto de medios es el reflejo de la mercantilización salvaje, que caracteriza la esfera mediática, llevada al extremo del precipicio. Es más, estas aberrantes prácticas periodísticas hacen que las de Murdoch se reduzcan a una mera chiquillada. Sus reflexiones sobre la visión que la sociedad contemporánea tiene de la realidad son, por ende, un espejo colocado de forma acertada, que reflecta la luz directamente a los ojos de unos consumidores que han permanecido –y permanecen, lamentablemente- en una oscuridad total, dormitando frente a la pantalla plana.

Vivimos en una iconosfera mediática, donde cada imagen es un producto y responde a unos intereses. El máximo exponente de esta sociedad icónica, mediatizada y digitalizada es el negocio publicitario, que maneja los hilos de la estructura de los grandes mass media, pero también de los trémulos nuevos medios que navegan por la red. Aunque Vargas Llosa alude a la contaminación de la televisión, el resto de medios son también náufragos agitados por una marea de consumidores con necesidades de entretenimiento y distracción. Ello explica el fenómeno de la información-espectáculo, que mezcla realidad y ficción de tal forma que es muy difícil diferenciarlas. Esto se debe a la actual configuración de los procesos de creación de contenidos simbólicos, es decir, de “creación de la realidad”, como el sincretismo y la suplantación; todo tipo de contenidos para todos los públicos y al mejor precio, gracias al abaratamiento de las tecnologías de la información y de la comunicación. 

Por fortuna, aún queda espacio –aunque sea en unas cuantas líneas en este trabajo-, para modelos de periodismo alternativo, de reciente creación, cuyo objetivo es el de posicionarse como contrapoder social. Sin embargo, sus fórmulas son ineficientes, debido a que las necesidades de entretenimiento del gran público ya están cubiertas. La “infoxicación” de los espectadores es tal que éstos sienten una especie de adormecimiento informativo. Es difícil identificar una solución viable y sostenible a largo plazo que permita cambiar la forma en que explotamos nuestra cultura de la imagen (y de la información). Y no parece que las soluciones ecológicas sean la mejor arma, como tampoco lo es la rebelión de los consumidores que propuso Hamelink. Tendremos que seguir trabajando e investigando para evitar que el informativo de las nueve se proyecte sólo en los mejores cines.

2 comentarios :

  1. “Sin embargo, sus fórmulas son ineficientes, debido a que las necesidades de entretenimiento del gran público ya están cubiertas.”

    En mi opinión las fórmulas del nuevo periodismo alternativo podrán ser ineficientes si lo que se busca es saciar esas necesidades de entretenimiento, hambrientas en el ser humano, que se alimentan de adversidades ajenas. Si lo que se busca es la real retransmisión de datos (cuando digo real me refiero a la no-modificación de éstos para buscar la conmoción general a toda costa) esos métodos nunca quedarán obsoletos ya que, probablemente muy utópicamente, quiero pensar que el ser humano no sólo se alimenta de desgracias, tristezas y fatalidades sino que también requiere afán de sabiduría, conocimiento y cultura.
    Espero que la audiencia del futuro no sea, tal y como dijo Vargas Llosa “morbosos, subnormales, pervertidos e imbéciles” y quede algún rezagado con anhelo de periodismo auténtico, periodismo capaz de retransmitir verdadera información dejando de lado la demencia de la que se ha adueñado el siglo XXI.

    Perzik. :)

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    1. Totalmente de acuerdo contigo, pero las utopías sólo sirven para escribir libros. La labor del periodismo, hoy más que nunca, es re-educar a la audiencia, pues las más variadas formas de entretenimiento llevan siglos inventadas. Hay que saber distinguir entre información y ficción; la información es una herramienta del ciudadano, no una mera sucesión de imágenes y sonidos que buscan distraernos mientras comemos.

      Mientras los medios de comunicación sigan comportándose como híbridos entre modelos de comunicación y divertimento, seguiremos alimentando "morbosos, subnormales, pervertidos e imbéciles".

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