Hablábamos todos los días y quedábamos todas las semanas, al menos un día. Jamás me había sentido tan feliz, tan libre, tan yo. Me hacía sentir tan a gusto conmigo misma que necesitaba estar con él a todas horas. Cuando no era así, sentía que me faltaba algo, una pequeña e incómoda parte de mí que no me dejaba tranquila, y algo en mi interior me decía que a él le pasaba exactamente lo mismo. Salíamos por Madrid a tomar algo, a calentar el invierno juntos, a cenar, a encender las luces de la ciudad, a despertarla con nuestras risas. Salíamos a comer y beber, salíamos por salir, por estar juntos. Al Starbucks, a aquella terraza en la Plaza de Santa Ana, al Vips, al Ginos, al Rincón de Extremadura, al Retiro, al Parque del Capricho, al T.G.I. Fridays, al Foster’s Hollywood, a su casa, a la mía, al restaurante chino, a Los Amigos, a la Risueña, al 100 Montaditos. Nunca antes me había divertido tanto.
Recuerdo perfectamente el 25 de Diciembre que quedamos para ir al cine. La nueva de Misión Imposible, una de tantas películas que a ambos nos gustaban. Todo un lujo era compartir los mismos gustos en cuanto cine, videojuegos, comida y bebida. Había tantos lazos que nos unían y cada vez íbamos creando más y apretándolos fuerte contra nosotros. Mientras la cola avanzaba lentamente, nos abrazábamos y nos contábamos cositas de nuestro día a día. Me encanta recordar la cara que puso cuando, a punto de entrar a la sala de los cines de Callao, le dije que tenía una sorpresita para él. Yo también me dijo él y nuestras sonrisas se cruzaron furtivamente. Las sorpresas: un spa por mi parte, y una preciosa pulsera por la suya. Me quedé boquiabierta cuando a la salida del cine me la enseñó y la abrochó en torno a mi pequeña muñeca. Brillante, reluciente como mis ojos cada vez que le miraba.
Días más tarde, fuimos al spa y le vi disfrutar como a un niño. Se sentía como pez en el agua y, pasada la vergüenza inicial por vernos semi-desnudos y con esos ridículos gorros de baño, nos sumergimos en todas las piscinas de hidromasaje, nos ahogamos en la sauna y pasamos un rato muy agradable jugando en las camas de agua.
Muy bien descrito. Me gusta.
ResponderEliminarPor cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita
Hola Pérfida. Me alegro de que te guste. ¡Un placer verte por mi blog!
EliminarUn beso!
¡Hola, Raquel! Feliz año nuevo :)
ResponderEliminarMe acabo de leer toda esta historia y la verdad es que me has hecho recordar el fin de semana que pasé hace unos meses en Madrid, qué decir, es una ciudad mágica, me encantaría volver...
Espero que haya más partes, porque me gustaría saber si esa bonita relación continúa, escribes genial :)
¡Un beso muy muy muuy grande! <3
Claro que las habrá LeoPresumida! Me alegro de que te guste. ¿En que parte de Madrid estuviste? La verdad es que es una ciudad que me encanta y, ahora que estoy fuera, más todavía
EliminarMe alegro de que te esté gustando. Un besazo guapa!
Nos leemos :)