En una asignatura de la carrera, de cuyo nombre no quiero acordarme, leí algo que escribió alguien acerca de los estereotipos. Ignoro completamente a qué fin respondía tal escrito y las razones por las cuales se me obligó a leerlo, pero las palabras que encontré entre esas páginas desordenadas y caóticas, escritas en la lengua de Shakespeare, me hicieron reflexionar sobre el mundo que me rodea y la visión que tenemos todos de él.
Decía algo así como que los estereotipos son una construcción mental necesaria para entender el mundo, pues nuestro aprendizaje se reduce a la categorización de los objetos que percibimos. Dicho de otro modo, el estereotipo no es sino otro invento más del hombre, quizá del catálogo infinito de Thomas Alva Edison o de algún piltrafilla sin nombre que firmó con la A de anárquico y anónimo. Como casi todos los inventos humanos, se ha convertido en un instrumento social totalmente necesario y útil, según el autor del texto cuya cara y nombre desconozco. Así es como se explicaría porqué todos los niños pintan las casas con tejado triangular o porqué se piensa que todos los negros tienen un gran asunto entre las piernas, aunque quizás aquí más que de estereptipos se trate de una mera cuestión de estadística y matemática.
Pongámonos en lo peor: si el estereotipo fuera una persona, sería el primo feo de Don Monopoly. Un señor gordo, con bigote también, gafas de pasta, corto de mente y sobrado del bajo del pantalón. Tosco, rudo, maleducado e ignorante, que ve la vida a través de sus anteojos con una mirada tan reducida y simplificadora como su conocimiento del mundo. Los chinos amarillos, los negros atléticos, los americanos ignorantes, las rubias tontas, las morenas malas, los hombres simples y las mujeres complicadas; así es cómo el señor Estereotipo nos vende la moto. Una vespino destartalada que tuvo sus días de gloria algún tiempo atrás, pero que se ha quedado obsoleta con el paso del tiempo, el florecimiento de la tecnología, el uso masivo de Internet y el acceso democrático a una conciencia colectiva que se alimenta de lo que ve, lo que oye, lo que vive y lo que siente, y un poco menos de lo que pretenden imponerle.
¡Hola Raquel!
ResponderEliminarHacía demasiado tiempo que no te visitaba, espero que todo vaya genial.
Respecto a la entrada, me ha parecido interesante el tema de los estereotipos. Lo cierto es que muchas veces juzgamos a las personas por como dices, construcciones mentales que son necesarias.
Es algo que odio, principalmente porque me ha pasado juzgar a alguien por su apariencia y que luego estuviera totalmente equivocada.
Supongo que de los errores se aprende, ¿no?
Un besazo Raquel
Hola Martina! Sí todo genial y tú que tal?
EliminarLa verdad es que es algo que todos hacemos y es normal, puesto que es lo primero que vemos, pero tenemos que intentar mirar más allá del físico de una persona para conocerla y descubrir cómo es.
Un beso guapa!
Supongo que los estereotipos son parte de la vida, pero normalmente se equivocan, ya que no todas las personas que llevan gafas son muy estudiosas.
ResponderEliminarBueno, realmente es una opinión como todo, igualmente me sigue impresionando la forma en la que escribes :)
Muchas gracias!
EliminarUn besazo
¡Una entrada interesante! :D
ResponderEliminarUn beso! ;)
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